Por Jerónimo Guerrero Iraola *
La cuarta revolución industrial y las economías de plataforma requieren que se asuma la importancia que detenta barrer con la brecha digital, cuyo impacto estriba en la llamada interseccionalidad de las desigualdades, lo que implica que la misma recae con mayor énfasis en mujeres y personas en situaciones de vulnerabilidad.
El acceso a Internet es central para el desarrollo. Los Estados deben trabajar en forma denodada para reducir la brecha digital dado que quienes no tienen acceso a conectividad, o la tienen en forma deficiente, ven afectados otros derechos fundamentales. A modo de ejemplo, según se desprende de un informe de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, realizado en conjunto con el Observatorio de la Deuda Social Argentina durante el tercer trimestre de 2017 (aquí), en el conurbano bonaerense, el 47,9% de niños/as y adolescentes entre 3 y 17 años no tiene acceso a una computadora en su hogar, y el 53,6% no accede al servicio de Internet.
En este punto, el acompañamiento del Estado es central. La conectividad entre Municipios, Provincias y Nación constituye el despliegue de infraestructura indispensable para garantizar el acceso a Internet. El llamado “costo de la última milla”, que aumenta en forma considerable al momento de realizar las conexiones particulares, es otro de los eslabones a atender por parte de la política pública, dado que no es recomendable dejarlo a merced del cálculo de retorno de inversión/rentabilidad que realizan los privados.
En línea con lo expuesto el Presidente Mauricio Macri afirmó, durante la apertura de sesiones ordinarias 2019, que: “En ese camino estamos. Juntos estamos construyendo los cimientos más profundos. (…) con conectividad en hogares, escuelas y municipios donde antes no llegaba Internet”. Para evaluar la aseveración resulta crucial ir a los números oficiales.
Si tenemos en cuenta los datos oficiales[1] de acceso y tasa de penetración de Internet para la República Argentina, vemos que no se aprecian cambios significativos en lo que se exhibe como una tendencia. Medido en millones de personas, en 2013 el acceso se encontraba en 6,21; en 2014 en 6,60; en 2015 en 6,98, en 2016 en 7,25; en 2017 en 7,87 y en el tercer trimestre de 2018 en 8,35. Además, en materia de tasa de penetración (c/ 100 habitantes) también se aprecia una curva conteste con la tendencia interanual.
Así, el Plan Federal de Internet anunciado por el Poder Ejecutivo en 2016 se encuentra en fase de ejecución, circunstancia que se aprecia al atender el crecimiento paulatino de cobertura y acceso. Para ello, fue importante el despliegue de la red de fibra óptica y la irrupción de Arsat como mayorista en la provisión de acceso a Internet de alta velocidad, ambos instituidos tras el lanzamiento del Plan Argentina Conectada en el año 2010.
En línea con lo expuesto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible N° 9 “Industria, innovación e infraestructura” instituye entre sus metas, la 9.c, la de “Aumentar significativamente el acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones y esforzarse por proporcionar acceso universal y asequible a Internet en los países menos adelantados de aquí a 2020”.
El hecho de que la conectividad/acceso Internet se haya mencionado en el discurso de apertura de sesiones ordinarias es sin dudas un llamado a la inclusión del tema/problema en la agenda pública. No obstante ello, es indispensable contar con números y políticas públicas concretas, orientadas a integrar los diversos niveles de gobierno a saber, Nacional, Provincial y Municipal en la misión de garantizar el ejercicio de derechos fundamentales por parte de la ciudadanía.
* Director de Proyectos CEG La Plata
[1] Datos públicos. Fuente ENACOM https://indicadores.enacom.gob.ar/files/informes/2018/3T/03%20-%20Acceso%20a%20Internet%20Fija%20-%203er%20Trimestre%20-%202018.pdf