Por Pedro Mouratian*
Hoy se conmemoran 104 años del Genocidio contra el Pueblo Armenio transcurrido entre 1915 y 1923. Esta fecha invita a nuestro país y a nuestros pueblos a reflexionar sobre la vigencia y los alcances ético-políticos de una de las masacres más sangrientas de la historia de la humanidad y también a poner en debate las formas en que la legitimación, el ocultamiento y la reproducción de la lógica genocida se anudan en la problemática contemporánea de la construcción democrática y su relación con la alteridad.
El centenario aniversario del Genocidio contra el Pueblo Armenio también es una oportunidad trascendente para enfocar el papel de la problemática de la otredad en nuestras democracias contemporáneas.
El desmantelamiento de las prácticas racistas y de inferiorización de las diversidades étnicas y culturales es la precondición para desactivar la legitimidad que aun sostienen la negación del otro en nuestras comunidades. Junto al imprescindible camino de justicia que reclama la atención de los actores internacionales y el fortalecimiento del derecho internacional frente a las violaciones a los derechos humanos, es necesario interrogarnos y trabajar sobre los sustentos socio-culturales que operan en toda las estigmatizaciones y subordinaciones de colectivos que habilitan, en su expresión extrema, la aplicación de políticas de negación y aniquilamiento.
“Es una obligación moral, política, democrática e institucional decirles a todos ciudadanos cuál va a ser la política de derechos humanos del siguiente gobierno porque es una política de Estado”.
Frente a las resistencias, las faltas de compromiso y los silencios cómplices, el desafío de la Argentina es el de continuar promoviendo siempre la defensa irrestricta de los derechos humanos, la construcción de una sociedad inclusiva que valoriza la diversidad y el combate frente toda forma de discriminación. Rescatar la memoria, exigir justicia, construir derechos que nos doten de mayores niveles de inclusión y sostener un reconocimiento permanente de la pluralidad como constitutiva de nuestra sociedad. Es ésa la única vía que nos permitirá revalidar a cada paso, participando y nunca siendo prescindente, que la Patria es el Otro.
*Director Área Diversidad CEG La Plata